miércoles, 2 de mayo de 2012

"El momento de definición" Por Jesús Ortega Martínez


En un sistema electoral tripartidista como el nuestro, está demostrado que son éstos los momentos en donde uno se queda definitivamente rezagado y son dos los que llegan, en la recta final, a disputar el triunfo.
El proceso electoral entra ahora en una fase en donde las decisiones que adopten los candidatos presidenciales y sus equipos serán definitorias del resultado final. En muchos países se han analizado campañas electorales en donde las estrategias han puesto énfasis en la medición acertada de los tiempos, pues de ello ha dependido —en gran porcentaje— el éxito o el fracaso.



De esas experiencias se ha aprendido que es en el tiempo del lanzamiento masivo de los mensajes de los partidos o candidatos, en donde algunos se quedan para pelear un lugar entre los últimos o en donde otros se lanzan a disputar la victoria.
En un sistema electoral tripartidista como el nuestro, está demostrado que son éstos los momentos en donde uno se queda definitivamente rezagado y son dos los que llegan, en la recta final, a disputar el triunfo.
En el año del 2000 fueron Fox y Labastida los contendientes con la posibilidad de la victoria y Cárdenas el que se quedó rezagado. En 2006, Madrazo fue el que se estancó y la contienda por la Presidencia se concentró entre López Obrador y Calderón.


Son extraordinarios aquellos comicios (en sistemas tripartidistas) en donde los tres llegan con iguales posibilidades o en donde dos se rezagan y uno solo despunta. Éste último es el escenario que las fuerzas progresistas y democráticas (en su mayor amplitud) debieran evitar a toda costa.
En otras palabras: Es ahora, precisamente ahora, el momento en el cual hay que zafarnos de la estrategia priista que pretende colocarnos en la disputa por el segundo lugar; es ahora en donde se necesita el punto de inflexión, el golpe de timón, el giro estratégico para acercarnos, la izquierda, a disputarle el primer lugar a EPN.


Es obvio que el candidato del PRI se encuentra “resguardado” en una pecera y "nadando de a muertito"; evitando cualquier tipo de actos en donde se evidencie su fragilidad, y desde luego rechazando toda confrontación o debate. Su estrategia busca, literalmente, que el tiempo pase lo más rápidamente y tratando de evitar todo riesgo de caer en errores estratégicos.


El debate del día 6 de mayo es vital para Peña Nieto, pero lo es especialmente para López Obrador. El candidato de la izquierda debe ir claramente a la ofensiva. Con la serenidad de un jefe de Estado, pero con la determinación, la fuerza y la seguridad de la que ha hecho gala antes.
Opino que AMLO debe proponerle a todas y todos los mexicanos un gobierno de Reconciliación Nacional (único con posibilidades para sacar al país de la crisis institucional en que se encuentra) pero también debe evidenciar al candidato priista como la punta de lanza de la oligarquía económica; como el abanderado de la corrupción y la regresión autoritaria. Así acompañará la esperanza de millones de mujeres y hombres por un México de democracia y justicia.

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