Votar por Enrique Peña Nieto o Josefina Vázquez Mota en las próximas elecciones presidenciales del 1 de julio representaría continuar, por lo menos durante los próximos seis años, con la tragedia nacional en la que se encuentran las familias de los mexicanos y las mexicanas que siguen esperando el “bienestar para tu familia” que prometió el priista Ernesto Zedillo y el “vivir mejor” con el que el panista Felipe Calderón engañó a todos los ciudadanos, incluidos los simpatizantes de su partido.

De ganar el candidato del PRI o la candidata del PAN en las elecciones de julio próximo, seguiremos condenados a sufrir la nefasta guerra contra el crimen organizado que a la fecha ha dejado más de 60 mil personas asesinadas, pero que paradójicamente no han servido para cambiar un ápice la correlación de fuerzas que guardan los grupos del crimen organizado al interior de la estructura gubernamental y económica del país.
Es decir, con el PRI o el PAN los narcotraficantes seguirán siendo tan poderosos e influyentes dentro de nuestra sociedad que como lo eran a la llegada de Vicente Fox al poder y como lo fueron durante las más de siete décadas en que el PRI gobernó nuestro país.
Lo peor es que de tener al PRI de vuelta en el poder el próximo sexenio seguiremos teniendo a los mismos cárteles disputándose el territorio nacional y a los mismos políticos convertidos en cómplices de un negocio que en poco tiempo puede llegar a ser la principal generadora de divisas en el país, por encima del petróleo y el turismo.
Sólo con un cambio genuino y de fondo como el que representa Andrés Manuel López Obrador, que propone incentivar el empleo y la generación de la riqueza por medio de mayores obras de infraestructura y el retiro de impuestos innecesarios como el IETU, así como priorizar el gasto presupuestal en educación se podrá lograr una sociedad más justa, equitativa y menos violenta como la que los mexicanos y las mexicanas merecen disfrutar durante las próximas décadas.
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