El debate entre los candidatos a
la Presidencia de la República organizado el día de ayer por el IFE dejó al
descubierto que el único propósito de Enrique Peña Nieto para ganar la
presidencia de la República es la privatización de Petróleos Mexicanos y la
entrega del sector energético de nuestro país a inversionistas extranjeros por
medio de las reformas en la materia que Felipe Calderón Hinojosa no pudo sacar
adelante durante su sexenio.
Dicho encuentro también dejó en
evidencia que lo que Peña Nieto llamó una “reforma hacendaria”, en caso de
darse, no sería más que una miscelánea que permitirá a los grandes empresarios
del país mantener los privilegios fiscales que hasta ahora tienen, que no
sienta las bases para ampliar la base tributaria que afecta a las pequeñas y
medianas empresas y la redistribución del ingreso, y que mucho menos ofrece
alternativas para solucionar el problema de la informalidad y la falta de
empleos que tanto afecta la competitividad del país.
Gracias a las denuncias hechas por
Andrés Manuel López Obrador, los mexicanos y las mexicanas pudimos conocer que
la campaña de Peña Nieto siempre ha estado sustentada en los millonarios
contratos que el ex gobernador le ha dado a las grandes televisoras para la
promoción de su candidatura y que, en caso de ganar la presidencia, el pago por
los favores recibidos será la cancelación de la posibilidad de contar al menos con
una tercera cadena nacional de televisión, a la que se niegan tanto televisa
como Televisión Azteca .
A pesar de que lo que pretendió
ser un espacio para exponer los proyectos de nación estuvo muy lejos de
convertirse en un verdadero intercambio de ideas entre los cuatro aspirantes, quienes
siguieron el debate por televisión, radio o las redes sociales constataron que la
propuesta de Peña Nieto es que los monopolios sigan concentrados en unas
cuantas manos y que la apertura y la competitividad en sectores claves para el
desarrollo de la economía del país sean simplemente una bonita frase de
campaña.
El modelo de debate que vimos ayer
afectó el desempeño de todos los participantes, incluso el de Enrique Peña
Nieto, aspirante para el que fue diseñado pero cuya rigidez resultó
contraproducente para su causa, pues evidenció que su propuesta persigue la
continuidad del nefasto modelo de país propuesto por el PAN, basado en mayor
violencia para contener al crimen organizado y completamente alejada de las
verdaderas necesidades de la gente a las que quiere condenar a mayores niveles
de pobreza que en los que actualmente se encuentran sumidos.
Las críticas que se hicieron al
formato del debate, en el sentido de que éste no permite el libre intercambio
de ideas y la ampliación de las principales propuestas de los contendientes,
deben ser tomadas en cuenta para el siguiente debate, pues ello permitirá
desnudar por completo la farsa que representa Enrique Peña Nieto de cara a las
elecciones del próximo 1 de julio.
A
T E N T A M E N T E
Hortensia
Aragón Castillo
Coordinadora
Nacional
Foro
Nuevo Sol-PRD
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