El anuncio hecho por Andrés Manuel López Obrador respecto a separarse de los partidos integrantes del Movimiento Progresista no trastoca los objetivos planteados por la izquierda, en especial los del Partido de la Revolución Democrática, que siguen siendo, entre otros, transformar al país por la vía institucional y de forma pacífica y alcanzar la presidencia de la República para ponerla al servicio de todos los mexicanos y las mexicanas.
Para lograr dicha meta, los integrantes de los partidos de oposición tenemos que concretar las reformas necesarias en la ley electoral para que sea el voto libre y secreto de los mexicanos y las mexicanas, y no la influencia de los poderes fácticos y la presencia de recursos de dudosa procedencia, los que determinen quién ocupa los cargos de elección popular en nuestro país.
Respetamos la decisión tomada por quien fuera nuestro candidato presidencial en las elecciones de 2006 y 2012, ya que el fortalecimiento del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) abrirá una nueva vía para enriquecer la lucha que desde diferentes trincheras venimos dando políticos y ciudadanos de todo el país, conscientes de que el modelo de nación que ofrece el PRI sólo representa la continuidad de un modelo económico y social que se encuentra agotado.
De concretarse la vía planteada por López Obrador, es indudable que los dirigentes del Partido de la Revolución Democrática sabremos encontrar las coincidencias que permitirán sumar voluntades en favor de temas tales como la soberanía energética, la defensa de nuestros recursos naturales, la verdadera democratización de los medios de comunicación, el correcto uso del espectro radioeléctrico para que los ciudadanos tengan acceso a servicios de mayor calidad y a precios accesibles, y acabar con los monopolios que no permiten la libre competencia y que enquistan prácticas corruptas en perjuicio de los consumidores.
La lucha que el Partido de la Revolución Democrática enarbola desde hace 23 años sigue vigente. Este es un proyecto colectivo construido con la suma de las voluntades de millones de militantes, en la que las opiniones de nuestros diversos liderazgos siempre deben ser tomadas en cuenta para alcanzar el equilibrio necesario en un partido tan rico y plural como el nuestro.
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